>>5211Gracias por la respuesta favorable a mi comentario. De más está decir que comparto tu opinión: la biodiversidad humana, como la de la flora y la fauna, es una ventaja evolutiva para nuestra especie, así como una prueba de la resiliencia de nuestros antepasados más lejanos, independientemente del país en el que hayamos nacido.
Sin embargo, después de releer mi post, me di cuenta de que una redacción deficiente en el segundo enunciado del segundo párrafo puede generar confusión, así que aprovecho la oportunidad para corregirlo y aclarar lo que quise decir: la existencia de un patrón fenotípico establecido no implica NECESARIAMENTE que los RASGOS asociados puedan encontrarse SOLAMENTE en la misma combinación. En el enunciado original, confundí los rasgos físicos con los genes que los producen, lo que es desacertado, por más que exista una estrecha relación entre unos y otros.
La distinción es importante, ya que los genes involucrados en cierto rasgo pueden estar compartidos entre miembros de distintas etnias, y porque la selección natural permite el surgimiento de mutaciones independientes que se expresan en los mismos rasgos (un fenómeno conocido como evolución convergente), como sucede con el pelo rubio melanesio.
También hay que señalar que existen rasgos que, por su escasez o peculiaridad, definitivamente son heredados por parte de ancestros comunes, como ocurre con los alelos detrás de los ojos azules y del pelo rubio europeo. Esta situación no es la misma que la evolución convergente, en la que los mismos rasgos fenotípicos aparecen independientemente en poblaciones separadas geográficamente, sin necesidad de mestizaje, debido a la influencia del medio ambiente, como es el caso de la tez clara en los asiáticos orientales, o la prevalencia de la piel oscura en las zonas tropicales alrededor del mundo.
En cuanto a la presencia de pliegues epicánticos en etnias no asiáticas, usado como ejemplo de evolución convergente en mi post, aunque todavía no se ha descartado que se deba a dicho fenómeno, tras investigar un poco más al respecto, me enteré de que se barajea otra posibilidad sobre su origen: los pliegues epicánticos podrían haber sido una característica ancestral común de la especie humana, que se fue perdiendo a lo largo de milenios conforme los nómadas migraban hacia distintos territorios.
Reitero que esto lo escribo como alguien mayormente lego en el tema, que de por sí es complejo, así que les recomiendo que tomen mis explicaciones sobre genética con pinzas y que las verifiquen por su cuenta. Dicho esto, en lo que concierne a los ejemplos y dataciones que menciono, todos han sido citados previamente en libros y artículos fiables, así que no tendrán problemas en corroborarlos.