>>30320 >>30162He vuelto. Ya con lo último.
Volví, al bajar del auto me sentía observado, pero no atemorizado, era ella, lo sabía. Mi princesa tribal acechaba mi presencia, ella sabe que no puede salir mientras mis padres estén presentes, habría mucho que explicar y ella es de pocas palabras.
La sentía, en uno de los dos canales que usamos para mantener a raya el agua de la lluvia que tanto azota mi ciudad adoptiva, como un animal, agazapada respirando con lentitud y contra el viento para no delatar ni su olor ni su sonido.
Se hizo la más remota noche, y lo escuché, tres característicos pasos y un toque en mi ventana. En pleno silencio le abrí, entró y esperó ansiosamente a que cerrara la ventana, se lanzó sobre mí.
No me saludó, nunca lo hacía, se frotó celosamente en mi cuerpo, como para impregnarme su olor salvaje y ligeramente desagradable, pero no intolerable. Cuando terminó, me abrazó e inhaló de mi pecho.
Ella no sabía realmente a donde había ido (por mucho que le intentara explicar "Inglaterra" y "Cuba" para ella podrían significar tanto como países lejanos o ciudades vecinas. Perdía el tiempo) pero me extrañaba, me quería de vuelta.
Me dijo que sentía un olor distinto en mí (temí por un momento que sintiera otra mujer que nunca había estado) aclaró que era sudor, pero uno distinto, uno que sólo el extremo calor trae. Entendió que estuve en un país caluroso, ya era un avance. Por cierto, somos de una región fría.
Le sugerí que se quedara por la noche, mis padres dormirían hasta el medio día, ella agradeció la posibilidad.
Me tumbé en la cama, y ella sobre mí, hecha un ovillo y con su cabeza al nivel de mi cuello (aún reducida seguía viéndose más grande que yo).
Tomé valor y le pregunté quién era realmente, como se podía vivir en un mundo sin tener idea de él, si no fuera por su ropa, moderna pero desactualizada, podría ser la viva imagen de la indigenia de hace mil años.
Ella sonrió, y me lo dijo todo.
Era una de las 4 hijas, la menor, de un padre ausente, jefe de lo que queda del pueblo indígena de mi localidad. Pero claro, ella repudiaba a buena parte de su pueblo.
Confesó con pesar cosas que yo ya sabía, con vergüenza, que su pueblo vendió tierras y mujeres por vino y armas que no sabían usar, por eso ella estaba aquí conmigo, quería salir del lugar que tanto la avergonzaba.
Me contó también que no quería pareja ni casarse, quería disfrutar de un hombre sin pesar, de mí en este caso. Voy por lo mismo con ella.
Su madre había sufrido a su padre desde que fue comprada (3 hectáreas de terreno y algunos animales, sacrificados para la boda), golpes, maltrato, desgano.
Ella prefería vivir como salvaje, o tanto de eso como pudiera, de un tiempo en el que la bebida no opacaba la mente. Me juré nunca beber.
Y entonces lo entendí.
Mi princesa tribal era tal por que quería serlo, 5 veces por semana tuvo que usar uniforme escolar, tuvo que hacer trabajos inútiles por computadora, etc. Era como cualquiera.
Pero conmigo, podía ser libre, dejar de concentrarse en cosas que no la hacían feliz, vivir simplemente, con ideas y metas simples.
Siempre que le preguntaba de sus aspiraciones, dependía, pero siempre oscilaban entre comer, dormir, usar el baño o beber agua. Ella no quiere ni necesita más, no cuando está conmigo.
Ella es un simple personaje, eso es lo que yo conozco.
La abracé, y le dije que fuera tan natural como quisiera conmigo. Se quitó la ropa, no para tener sexo, sencillamente quería estar cómoda.
Como cualquier animal, se acurrucó junto a mi y durmió, se fue temprano, se despidió con un beso.
Espero con ansia su próxima venida.