>>29237Actualización de la historia de la amazona.
Volvía yo de mi clase, cuando en el bus, oh sorpresa, aparece mi adorada princesa tribal, ella ya estaba sentada en un asiento sola cuando entré.
Me senté varias filas más adelante, y me dispuse a resolver mis cubos, ella, de manera demasiado obvia, se levantó y se sentó junto a mí.
Aclaración, yo mido 1.70, yo le llego hasta un par de centímetros sobre el codo.
Miró mis manos directamente, esperando con poca paciencia a que terminara mi solve, y empezó a hablar. Afortunadamente, pude conectar frases sin desmayarme ni parecer tarado, y aunque hubiera sido, dudo que ella se hubiera percatado.
Lo primero que dijo es que yo la había visto al entrar, y que no entendía por que no me senté junto a ella, claramente le contesté que apenas habíamos cruzado miradas en otro bus.
Por supuesto, ella me dió la razón, y como suele ser, me preguntó como se armaba el cubo y si podía enseñarle. Mientras le explicaba, conseguí mirar discretamente la bolsa que llevaba consigo, de un supermercado local, con las compras más raras de la historia.
Tres velas, un sobre de sazonador, té, y cucharas de plástico. Asumo que ella produciría el resto, o que simplemente le faltaban esas cosas…
Llegó mi parada (mi cerro), ella bajó conmigo, aunque claramente estábamos a más de 10 kilómetros de su casa, me acompañó toda la ruta hasta mi casa, tomando algunas plantas por el camino sepa Dios para qué (investigué, ninguna era medicinal ni aromática).
Me dejó frente a mi casa, se despidió con un abrazo (y con mis deseos de darle a conocer el desodorante), y se fue, por un camino al que todavía le restaban 7 kilómetros para llegar a su destino.
Todavía ninguno sabe el nombre del otro.